Regalar… regalar su
alma al diablo
Caracas, 04 Sep.
AVN.- En su desesperada intención de regresar al control del Estado, la derecha
neoliberal y antidemocrática de Venezuela –por instrucciones de la Embajada de
Estados Unidos– ha intentado las más diversas acciones para tratar de cambiar el
curso que el pueblo venezolano comenzó a trazar en 1989 y
que concretó con la llegada del Presidente Chávez al gobierno en 1999.
En el contexto internacional actual, el tema energético está
indisolublemente ligado a la crisis financiera y económica del capitalismo que
azota con fuerza de huracán las economías de Estados Unidos y Europa. Sin
embargo, la manifestación de la crisis en otros ámbitos –además del financiero
y el económico– tales como el alimentario, el ecológico, el de la salud, el
político y el ético entre otros hace que esta crisis sea novedosa en los anales
de la historia. En el fondo, lo que ha comenzado a manifestar putrefacción es
un modelo de consumo que se sustenta en la solución individual de las
necesidades de una minoría que ostenta la mayor riqueza del planeta. El sostén
de ese modelo es el consumo indiscriminado de una energía que no tienen y que
deben salir a buscar a aquellas regiones del planeta donde existe en
abundancia.
De ahí, que la energía se haya transformado en el eje sobre el cual gira
la vida política de las naciones y por ello –también–, es que las empresas
transnacionales de energía hayan establecido una alianza infernal con la
industria de armamento como mecanismo de posesión, dominio y control por la
fuerza de las principales fuentes energéticas que necesitan para dar
continuidad a una sociedad de consumo ilimitado.
Venezuela, es uno de esos países que posee reservas gigantescas de
energía (petróleo, gas, agua y oxígeno), por lo cual su control se ha
transformado en un reto para Estados Unidos. En los últimos años han intentado
de todo: golpe de Estado en 2002, sabotaje petrolero en el mismo año, intentos
de asesinato del presidente Chávez para lo cual concentraron grupos Comando de
las fuerzas especiales de Israel en las Antillas Holandesas en 2008,
introducción de paramilitares colombianos en 2004 con el mismo objetivo,
intentos secesionistas a través fuerzas reaccionarias del Estado Zulia en
2008, financiamiento a organizaciones de la ultra derecha escondidas tras la figura
de organizaciones no gubernamentales, financiamiento de periódicos y medios de
comunicación, intentos de deslegitimar el sistema electoral negándose a
participar en las elecciones parlamentarias de 2005, experimentos de prácticas
subversivas para hacer sabotajes y crear descontento fundado en informaciones
falsas y mal intencionadas, utilización de un ex presidente narcotraficante y
paramilitar colombiano para crear condiciones para una invasión contra nuestro
país y un largo etcétera difícil de recoger en tan pocas líneas.
Ahora, la Embajada de Estados Unidos y el partido político que la
representa en la política interna: los canales de televisión y un par de
periodicuchos que no podrían existir sin el dinero que reciben mensualmente,
han impuesto un candidato único para participar en los comicios presidenciales
del 7 de octubre. Tanta fuerza y control tienen, que los tradicionales partidos
políticos de la derecha se vieron obligados a aceptar tal imposición, a pesar
que recelan y sienten verdadera repugnancia por el candidato… pero, un cheque
siempre soluciona este tipo de controversias.
El objetivo es llegar al gobierno e iniciar un proceso de
privatizaciones que les permita, en primer lugar, “capturar” las inmensas
reservas energéticas del país. Se volvieron a equivocar, han elegido a un
candidato de dudosa ética política; portador de una ideología fascista que
tiene como adalides a Augusto Pinochet, Álvaro Uribe y José María Aznar como lo
evidencian sus contactos y asesorías internacionales y de una desvergonzada
ignorancia que se manifiesta como afrenta a la elevada cultura política que ha
adquirido el pueblo venezolano.
En una de las últimas manifestaciones de agravio al país han hecho
alegoría del accidente ocurrido en la Refinería de Amuay, demostrando total
desprecio por el duelo que los familiares y el país entero vivía en los días
posteriores al incidente. Así mismo, y aunque no es novedoso, han comenzado a
arremeter contra el pueblo venezolano con el discurso de que su gobierno está
“regalando el petróleo a otros países”.
Según una denuncia hecha en 2005 por el Ministro Rafael Ramírez y
publicada en la página digital rebelión.org, “son 14 mil millones de dólares en
pérdidas subsidiando a la economía más poderosa del planeta...”. Así mismo
afirmó el presidente de PDVSA que en las ventas a Estados Unidos a través de
Citgo “perdemos entre 2 y 3 dólares por barril" Se pudiera pensar que esto
es reciente, sin embargo como explica la analista Eleuteria Uhuru, en 1983,
PDVSA dio inicio a lo que se denominó “la internacionalización”. Dice la
especialista en temas energéticos que “Es en 1983 cuando la directiva de PDVSA,
presidida por Humberto Calderón Berti, quien venía de ser ministro de Energía y
Minas desde 1979, tiene luz verde del gobierno para realizar la primera
negociación internacional: la compra del 50% de la refinería Ruhr por 250
millones de dólares, propiedad de la Veba Oil, con capacidad de refinar 250 mil
barriles diarios de crudo. Esa compra significó la entrada de PDVSA al negocio
grande liga, pero también la primera gran estafa de la internacionalización”
Agrega que “Al perder COPEI las elecciones de 1983 el gobierno de Jaime
Lusinchi colocó a Brígido Natera (1984-1986) y luego Juan Chacín, primo de
Lusinchi (1986-1990) como Presidente de la estatal. Entre las acciones
ejecutadas se incluyó una auditoria a aquella compra de la mitad de la Ruhr,
mostrando los resultados que el valor del activo adquirido no era 250 millones
sino 28 millones de dólares”. Eso si era regalar el petróleo.
Según la Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales en
su volumen 8, número 2 de 2002, en ese año PDVSA tenía 19 refinerías en 4
países de Europa, Estados Unidos y las Antillas Holandesas. El problema es que
ninguna de ellas fue diseñada para procesar el crudo pesado que produce
Venezuela como informaron autoridades petroleras del pasado, sino
petróleo mediano o liviano que el país debe adquirir en otros mercados a un
precio superior. Eso explica porque el Ministro Ramírez dijo posteriormente que
“perdemos entre 2 y 3 dólares por barril”. Hay que agregar a eso, que esas
refinerías pagan impuestos y generan empleo en los países donde están ubicadas,
no en Venezuela. Eso si es regalar el petróleo.
Según Uruhu, el sempiterno Luis Giusti lo explicaba de la siguiente
manera en una entrevista para el Universal del 27 de agosto de 1998, “Si yo soy
socio de la Citgo y no tengo nada que ver con Venezuela, me importará poco el
problema que tenga Venezuela con la colocación de sus crudos pesados.
Simplemente voy a comprar los crudos más baratos para procesarlos en Citgo”. He
ahí la prueba palpable de como se regalaba el petróleo. En el pasado, el
negocio petrolero jamás se concibió para generar ganancias para el país sino
para las empresas transnacionales que usufructuaban de él, casi sin pagar
impuestos.
Hace unas semanas, visité Nicaragua y El Salvador. Pude conocer los
grandes beneficios que tiene para los sectores más humildes de su población los
convenios firmados en el marco de Petrocaribe y la ALBA. Fui testigo de los
enromes esfuerzos de las autoridades en medio de sus limitaciones por estar al
día en el pago de su factura petrolera. Venezuela no puede violentar los
acuerdos de precios que ha concertado con la OPEP, pero en la realización de
una política integracionista concede facilidades de pago a aquellos países a
los que el mercado capitalista -a través de las instituciones financieras
internacionales y la banca privada- ha negado casi toda posibilidad de
endeudarse so pena de aceptar leoninas condiciones que casi siempre vulneran su
soberanía. Con ello, Venezuela ha establecido vínculos de cooperación y
solidaridad que no vulneran en lo más mínimo los planes y proyectos que se han
diseñado para el bienestar del pueblo venezolano.
En El Salvador, fui invitado por el vicepresidente Salvador Sánchez
Cerén y el presidente de Alba Alimentos de El Salvador, José Luis Merino, a un
evento donde se daba inicio a la segunda entrega de créditos a 20 mil pequeños
y medianos productores agrícolas en el municipio de Apastepeque,
Departamento de San Vicente en el oriente del país.
Sánchez Cerén afirmó que “ALBA Alimentos invertirá 90 millones de
dólares para impulsar la producción de granos básicos a productores nacionales,
desde micros a medianos, hasta cooperativas y empresas del sector”. Apuntó que
“el programa, junto al Plan de Agricultura Familiar del gobierno entrega
semillas, fertilizantes y asistencia técnica a unos 340 mil pequeños
productores en la búsqueda de garantizar la seguridad alimentaria de la
nación”. Indicó que “gracias a los programas de Cuba y Venezuela 16 mil
salvadoreños fueron curados de enfermedades de la vista, y más de mil jóvenes
pobres tienen becas para convertirse en profesionales”. Dos pequeños
productores de maíz y frijol, Teresa de Jesús Herrera de Guazapa en el centro
del país y Leonardo Caballero de Atiquizaya en el occidente, hicieron uso
de la palabra para reseñar cuánto había cambiado su vida y la de sus familiares
al tener la posibilidad de acceder a esos créditos.
Si la cooperación venezolana ayuda a que se obtengan todos esos logros
en un país hermano haciendo negocios mutuamente ventajosos para ambos pueblos y
sin que haya transnacional alguna que se apropie de la ganancia nos deberíamos
sentir orgullosos de que nuestro gobierno incentive y realice ese tipo de
vínculos.
Pero la mentalidad subordinada y colonial de la derecha venezolana lo
concibe como un “regalo”. Lo más probable es que de haber nacido a comienzos
del siglo XIX, habrían criticado al Libertador y manifestado férrea oposición a
la salida del ejército de Venezuela más allá de sus fronteras para luchar por
la independencia de otros pueblos. Sin duda, habrían afirmado que el Padre de
la Patria estaba “regalando” nuestra sangre.